Una de las lesiones más conocidas de la espalda es la denominada hernia discal o de disco. Se nos suele dar la idea de que el disco se sale o se desplaza hacia posterior, y provocando así dolor, pero, ¿realmente es así?
El disco es una estructura diseñada para soportar cargas de compresión en la columna, de hecho, nuestra espalda puede llegar a soportar fuerzas entre 2 y 14 kN (kilonewton), lo cual equivale a una carga en torno a los 100 kg.
El disco intervertebral se compone de 2 partes, el núcleo pulposo y el anillo fibroso. Este núcleo pulposo contiene sustancias químicas que le otorgan al disco la capacidad viscoelástica que le permite transmitir las cargas de la espalda. El anillo fibroso se encuentra formado por fibras de colágeno, y se divide en varias capas o anillos. Se encarga de contener y proteger el núcleo pulposo.
Cuando sometemos al disco a una carga muy elevada o a una que el disco no puede soportar,lo cual dependerá de diversos factores y no solo de su capacidad de resistencia, se pueden llegar a generar pequeñas fisuras en los anillos discales, y si persisten mucho estas cargas se puede llegar a generar un protusión, es decir, la filtración de material nuclear hacia fuera. Cuando este material sale hacia el exterior del disco se produce la denominada hernia discal con extrusión. Debido a que este material estaba confinado en un “espacio hermético” ,como es el núcleo pulposo, se produce una reacción de defensa por parte del sistema inmune, ya que no tiene conocimiento previo de este tipo de sustancia, por lo cual se traduce en una respuesta inflamatoria que desencadena la liberación de diversas sustancias proinflamatorias y citoquinas, provocando una sensibilización de la raíz o raíces nerviosas. Es importante recalcar que no todas las hernias tienen por qué llegar a ser sintomáticas o generar dolor, de hecho en algunos estudios, cada vez más, se encuentran bastantes pacientes asintomáticos que presentan hernias discales. Esto se debe a que las raíces nerviosas presentan un umbral de tolerancia, y si no se supera no se genera el aumento de aferencias o señales que, tras el debido procesamiento a nivel del sistema nervioso central, puede llegar a desencadenar dolor.
El tratamiento de las hernias discales sintomáticas puede ser quirúrgico o conservador, dentro de estos últimos se encuentra la fisioterapia. A día de hoy a los 2-5 años de tratamiento tras el diagnóstico no se encuentran diferencias significativas entre el tratamiento conservador y quirúrgico, por lo que el tratamiento recomendado suele ser el conservador por un menor coste socio-económico, además que se ha observado que el tratamiento conservador supone una herramienta muy útil en el control de síntomas durante las primeras semanas de la patología.
Las hernias pueden reabsorberse hasta en el 66.6% de los casos, por lo que la opción de tratamiento quirúrgico cada vez pierde más terreno frente a la opción de tratamiento conservador. Además el tratamiento conservador también ha resultado útil en el control de la sintomatología durante las primeras semanas.
Referencias
- W. Brinjikji, P.H. Luetmer, B. C. (2015). Revisión sistemática de la literatura sobre las características de la degeneración espinal en poblaciones asintomáticas. AJNR Neuroradiol, 36(4), 811–816.
- M. Zhong, et al. (2017). Incidence of Spontaneous Resorption of Lumbar Disc Herniation: A Meta-Analysis.Pain Physician 2017; 20:E45-E52.
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