El dolor lumbar es una de las entidades patológicas más comunes y frecuentes a día de hoy, llegando a ser una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, así como una gran carga socio-económica a nivel sociosanitario en los países más desarrollados.
Dentro del dolor lumbar, el más común suele ser el dolor lumbar inespecífico, encontrándolo en un altísimo porcentaje de los casos de dolor lumbar. Como su nombre indica, no se encuentra en su exploración ninguna estructura responsable de ese dolor, llevando así muchas veces a la dificultad y diversidad de su tratamiento.
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Durante toda la historia se ha intentado abordar este dolor con diferente enfoques y tratamientos, desde terapias manuales, pasivas, intervenciones quirúrgicas, pseudoterapias… etc, sin llegar a encontrar la terapia principal para el manejo del dolor lumbar. Aunque en los últimos años ha ido ganando terreno el ejercicio terapeútico, y en especial el entrenamiento de fuerza.
Este tipo de actividad siempre ha gozado de muchos detractores por su idea de que la espalda, y en especial la zona lumbar, es frágil o débil, y que se debe de proteger o evitar meterle trabajo con cargas o pesos, proponiendo siempre trabajos de “estabilidad”, “core”. Estos detractores se hallan tanto dentro de la comunidad sanitaria, como de entrenamiento y sobre todo en redes sociales.
A pesar de todo esto, como ya hemos dicho antes, el entrenamiento de fuerza y ejercicio terapéutico ha ido ganando fuerza y terreno como tratamiento, en parte debido a sus numerosos beneficios si se realiza correctamente y durante el tiempo suficiente.
Una de las poblaciones que más se suele beneficiar de este tipo de ejercicio es la gente sedentaria, como se ha visto en el estudio llevado a cabo por Kell y cols, en el cual escogieron sujetos sedentarios con dolor lumbar persistente y los asignaron en 3 grupos diferentes, asignando a un grupo (RT) el entrenamiento de fuerza, a otro (AT) el entrenamiento aeróbico y al último un grupo control (C) no se les asigno nada, simplemente se les pidió continuar con su nivel de actividad habitual. La duración del estudio fue de 18 semanas, siendo las 2 primeras de formación para aprender a ejecutar correctamente las técnicas de los ejercicios.
Al finalizar dicho estudio se observó que tanto el grupo (RT) como el grupo (AT) obtuvieron mejores resultados en cuanto a dolor, discapacidad y calidad de vida que el grupo control (C), siendo mayores los obtenidos por el grupo (RT) en comparación a los obtenidos por el grupo (AT). Por lo que podemos decir que el entrenamiento de fuerza es realmente una muy buena herramienta para el manejo de dolor lumbar persistente.
Pero no sólo se puede beneficiar de ello la población sedentaria, sino que también se observan grandes resultados en deportistas recreacionales con el mismo tipo de dolor.
En este caso observamos un estudio de Jackson y cols, donde escogió como sujetos a personas que practicaban deportes como hockey sobre hielo, “jogging”, etc…., los cuales no tenían similitudes con entrenamiento de fuerza. En este caso la duración fue de 16 semanas, de las cuales las 3 primeras fueron para formación específica sobre los ejercicios a desarrollar. Los sujetos fueron asignados a 3 grupos diferentes: mediana edad (ME), avanzada edad (OE), y control (C), donde los sujetos tenían edades parejas y similares a los otros 2 grupos. Los 2 primeros grupos realizaron el mismo plan de trabajo.
Al cabo de las 16 semanas semanas se observaron cambios en ambos grupos de trabajo sobre el grupo experimental, viendo mejoría en los parámetros medidos, como dolor, discapacidad, calidad de vida y fuerza.
Con esto podemos asumir que el entrenamiento de fuerza no solo permite mejorar en cuanto al dolor lumbar en este tipo de población, sino que además nos permite ganar fuerza, lo cual se podría llegar a traducir en un mejor desempeño en el deporte con el que lo compaginemos.
Hemos observado 2 estudios donde se recomienda el entrenamiento de fuerza para el manejo de dolor lumbar persistente, con grandes beneficios, no solo en cuánto al dolor, sino también en calidad de vida o fuerza, por lo que este tipo de entrenamiento debe ser una herramienta obligatoria en nuestro día a día sin lugar a dudas.
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Bibliografía
Kell RT, et al (2009). A comparison of two forms of periodized exercise rehabilitation programs in the management of chronic nonspecific low-back pain.
jackson JK, et al (2011). The influence of periodized resistance training on recreationally active males with chronic nonspecific low back pain. 242–251.
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